Cada cosa a su tiempo



Somos impacientes a no poder más. Me viene a la mente el dicho de cada cosa a su tiempo, porque los actos se deben realizar en el momento más oportuno o favorable y no adelantar acontecimientos. 
Ya he hablado varias veces, de lo exigentes que somos con nuestros hijos, de nuestras ilusiones y proyectos frustrados que reflejamos en ellos, como si no fueran personaindependientes a nosotros. Pero no he mencionado lo dejados que somos para otras cosas. 
Queremos que nuestros hijos sean los más guapos, altos y listos del colegio, y tengo claro que, la mayoría de padres satisfacemos así un ego propio como si esos logros fueran nuestros. Pero, de lo que escuchan, ven e imitan no nos preocupamos porque lo hacen todos los chiquillos. 
Es muy común ver a niñas, niños y adolescentes cantando y bailando canciones sexualizadas tanto en redes sociales, fines de curso o eventos varios. 
El fenómeno de la hipersexualización consiste en la exaltación de los atributos sexuales de una persona por encima de otras cualidades. Comenzó en 2004 con la Gasolina de Daddy Yankee y mira por dónde vamos. Casi veinte años aguantando un género musical que ha ido creciendo y llenando de poemas, dignos de Bécquer, las fiestas, eventos, fines de curso, academias de baile, tick tocks etc.




 Algo que empezó como una novedad en las discotecas, y nos hacía incluso gracia, se ha impuesto a toda la música del momento, y claro, como está de mega moda, y todos los niños y adolescentes la bailan, la cantan y la interpretan, pues el mío también. Y me conformo, y no protesto porque eso es lo que hay. El mundo, y yo no voy a ir contra él.

Pues sí, como madre que soy me niego rotundamente a facilitar que mi hija caiga en ese bucle de movimientos obscenos y letras espantosas que no corresponden a su edad. No hay mayor pena que la mía, cuando veo a niñas entonando ciertas canciones, por llamarlas de alguna manera, y existan adultos que se las pongan en bandeja.

Como si no hubiera tiempo de que ellos se las encuentren por el camino más adelante. Y cuando llegue ese momento sepan valorar y elijan con más criterio lo que quieren o no escuchar a lo largo de su vida, a consecuencia de haberles mostrado en su niñez otros tipos de músicas hechas con más talento y compuestas con más gusto. 

Es nuestra responsabilidad, porque las fronteras entre sus etapas vitales deben existir para que no aceleren la transición de la niñez a la adolescencia. Si los niños normalizan expresarse como un adulto sin tener la madurez para ello, puede que en un futuro no desarrollen su propia personalidad.  Poque, los adultos, no les hemos dado las herramientas necesarias para que sepan dónde y cómo elegir. 

Me resulta increíble esa pasividad pasmosa que mostramos ante esto, y veamos bien que desde ciertos sectores se haga creer a nuestros hijos, que para tener éxito social tienen que ser sexualmente atractivos.







Comentarios

Entradas populares